El esmaltado perfecto oculta una realidad muy peligrosa: los componentes habituales presentes en esmaltes tradicionales tienen un historial preocupante en términos de salud. Hoy te hablo del trío tóxico, los tres más señalados y por desgracia aún utilizados: formaldehído, tolueno y dibutilftalato (DBP).
Formaldehído
El formaldehído se ha utilizado en algunos esmaltes de uñas como endurecedor. pero está catalogado como carcinógeno en humanos (Grupo 1 de la IARC). Estudios han demostrado que su exposición se asocia con cáncer de nasofaringe y leucemia.
También encontramos formaldehído en adhesivos, maderas tratadas, productos de limpieza, textiles tratados antiarrugas y algunos cosméticos.
Tolueno
Este solvente le da al esmalte un acabado uniforme y brillante. Pero no es inocuo. La ciencia lo ha relacionado con neurotoxicidad y toxicidad reproductiva.
También encontramos Tolueno en otros cosméticos, pastas dentales, pinturas, pegamentos, disolventes industriales y productos de limpieza.
Dibutilftalato (DBP)
El DBP se utilizaba en esmaltes para dar flexibilidad y evitar grietas. Pero pertenece al grupo de los ftalatos disruptores endocrinos, con efectos sobre la fertilidad y el desarrollo.
También encontramos DBP en Plásticos flexibles (PVC), juguetes, envases, recubrimientos y productos de cuidado personal.
Estos tres ingredientes forman parte de lo que se conoce como la “triple amenaza tóxica” de los esmaltes de uñas. Aunque algunas marcas ya han optado por eliminarlos, todavía están presentes en productos convencionales y en la mayoría de centros de uñas. Elegir esmaltes “3-free” (libres de formaldehído, tolueno y DBP) o incluso “7-free” es una manera sencilla de proteger tu salud sin renunciar a una manicura bonita.